Les dejo a continuación uno de estos temas que quisiera compartir con ustedes.
Galectina-1, una molécula clave en cáncer
Las evidencias se acumulan en su
contra. En un gran número de cánceres se encontró que las células
tumorales producen cerca de diez veces los niveles normales de
Galectina-1 (Gal-1) y usan esta proteína para desarrollarse, hacer
metástasis y evitar que el organismo las elimine. “Durante los últimos
diez años encontramos que, a grandes rasgos, Gal-1 favorece todos los
mecanismos que tienen que ver con el crecimiento tumoral: les permite
escapar del sistema inmune, crear vasos nuevos – angiogénesis – y migrar
para formar metástasis”, explica Gabriel Rabinovich, investigador
principal en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME,
CONICET-FIBYME), en Argentina, y director del equipo de
investigaciones.
Los
resultados obtenidos en sus trabajos permitieron al grupo encarar el
desarrollo de anticuerpos que ‘neutralicen’ a Gal-1 y, de esta forma,
frenar el avance del tumor.
Para
actuar, la proteína se une a las moléculas de azúcares que recubren las
células blanco y, a través de esta interacción, activa diferentes
respuestas dentro y fuera de las células. “Gal-1 actúa sólo como una
suerte de mensajero: cuando se une a los azúcares de ciertas células las
‘duerme’ mientras que a otras las ‘activa’. Pero no es quien decide el
efecto que causa, sino que esa información está codificada en los
azúcares de membrana”, grafica Rabinovich.
J.
Silvio Gutkind, jefe del departamento Cáncer Oral y Faríngeo del
Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos, explica que los
estudios muestran que “estos azucares no ‘decoran’ la superficie
celular, sino que funcionan como un código que usan las células para
comunicarse y que es leído y descifrado por diferentes moléculas, como
las galectinas”.
Por
ello, conocer que proteínas como Gal-1 van a tener diferentes efectos
según con qué azúcar de membrana interactúe permite diseñar diferentes
propuestas de tratamiento. En todo el mundo, la glicobiología –el
estudio de la estructura y función de los azúcares y sus proteínas de
unión – está adquiriendo cada vez mayor relevancia.
Cuando
un grupo de células cancerígenas comienza a proliferar demandan más
nutrientes y oxígeno, y necesitan crear nuevos vasos sanguíneos – un
proceso llamado angiogénesis – para que transporten los insumos
necesarios.
En
octubre de 2012 el equipo de Rabinovich publicó en la tapa de The
Journal of Experimental Medicine, un estudio donde se describe el rol de
Gal-1 en la angiogénesis asociada al Sarcoma de Kaposi, un tipo de
tumor vascular frecuente en pacientes inmunosuprimidos o con HIV.
“Gal-1
se une a los azúcares de superficie de las células endoteliales –
aquellas que recubren la cara interna de los vasos – y al activarlas las
hace proliferar y ramificarse para crear nuevos vasos”, comenta Diego
Croci, becario postdoctoral del CONICET en el IBYME y primer autor del
trabajo.
Así,
el tumor logra nutrirse y recibir oxígeno para seguir creciendo. Pero
hay un aspecto más: las células tumorales utilizan también estos nuevos
vasos para ingresar al torrente circulatorio y migrar a otras zonas del
cuerpo para hacer metástasis.
En
2004 una investigación publicada por el grupo de Rabinovich en Cancer
Cell demostró que los tumores expresan y liberan Gal-1 a medida que se
hacen más invasivos, más metastáticos y que los niveles producidos eran
muy superiores a los de una célula normal.
En
otros dos trabajos publicados en Nature Immunology en 2007 y 2009 el
mismo equipo demostró los mecanismos íntimos de este efecto pro-tumoral y
observó que Gal-1 actúa “uniéndose en forma específica a los azúcares
en la superficie de los linfocitos Th1 y Th17, células que atacan
específicamente al tumor. Pero además se adhiere a las células
dendríticas, que son la primer barrera de defensa y esto evita que se
active la respuesta de células T”, dice Rabinovich.
Sumados,
estos efectos llevan a que se desencadene una cascada de señales que
mata a los linfocitos en el momento que están más activados y decididos a
atacar al tumor. Así, las células cancerígenas reducen o eliminan la
respuesta del organismo orientada a destruirlas y el tumor puede crecer
sin ser atacado por el cuerpo.
Además
del trabajo de The Journal of Experimental Medicine, dos trabajos del
equipo fueron portada de la revista Cancer Research de enero y febrero
de este año, donde se analiza el papel de Gal-1 en cáncer de próstata y
de mama, respectivamente.
En el
primero Diego Laderach, Daniel Compagno y Lucas Gentilini encontraron
que en este tipo de tumores es la galectina más producida por las
células cancerígenas, que aprovechan su función angiogénica para crecer y
promover la progresión del tumor.
En el
segundo, Mariana Salatino y Tomas D’Alotto mostraron que al ‘silenciar’
el gen de Gal-1 reducía significativamente el crecimiento del tumor y el
número de metástasis en pulmón a través de la modulación de un tipo
celular llamado células T regulatorias.
Los
resultados de más de 10 años de investigación en Gal-1 y cáncer del
laboratorio de Rabinovich permiten orientar la búsqueda y desarrollar
nuevos fármacos o mecanismos que bloqueen a la proteína. Los datos
preliminares muestran que, cuando se inhibe su síntesis o se remueve del
sistema, los tumores frenan su crecimiento y dejan de hacer
metástasis.
“El
estudio que realizamos con Sarcoma de Kaposi es el primero que plantea
como herramientas anticuerpos monoclonales específicos para poder
bloquear a Gal-1. Y los resultados son muy alentadores”, explica
Rabinovich, “aunque no lo cura, logramos mantener a raya al tumor,
suprimir su crecimiento, e inhibir la angiogénesis en un 85 por ciento
de los casos”.
Para
Gutkind, el desarrollo de este tipo de anticuerpos monoclonales supone
un avance terapéutico en dos sentidos. “Tendría una acción dual: por un
lado inhibiría la angiogénesis y por el otro aumentaría el número de
linfocitos T antitumorales, que pueden reconocer y potencialmente
eliminar diferentes tipos de células cancerosas”, concluye.
Espero que lo hayan disfrutado
Stephanie.F.
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